La mitología juega un papel tan importante en la visión que tenemos los seres humanos, que solamente se puede comparar con la importancia del logos.
El mito adanico (Dios creó al “hombre” como una criatura “mala”.. ¿cómo es posible que un Dios todopoderoso y bueno haya creado a un ser malvado?). Y el mito sigue hasta alcanzar límites ilimitados “lo creó a su imagen y semejanza”. Pero no es cuestión de criticar “el libro”, sino de sugerir la potencia del mito. Por ejemplo, los nacionalsocialistas alemanes de 1930 (más o menos) crearon el mito de la bestia rubia, de raza aria, un pueblo originario que necesitaba espacio vital. ¿Ven la fuerza del mito?
En cambio el logos, nos permitió crear tecnología para sanar enfermedades y para desarrollar armas mortíferas capaces de aniquilar a todo el planeta. El logos está asociado al lenguaje, la lógica, la verdad científica (cuya validez cruje cuando algún pensador descubre brechas gigantes, ejemplo, la consistencia de una teoría matemática formal). Y sin embargo, tenemos esos “metaconceptos” el logos y el mito. Todo parece apuntar a miradas o pensamientos que se sitúen por encima de las miradas y pensamientos de “primer nivel”. Al subir de nivel se observa que el sistema requiere de un fundamento que no puede estar dentro del sistema. Por eso la metalógica, la metafísica (que no se ocupa de los ángeles, sino de lo que hay, del SER, o del estar, como pensaríamos en castellano), y así sucesivamente. ¿Una metatermodinámica?. ¿Sistemas que no cumplen sus leyes?
Todo este preámbulo para recordar el artículo de Carlos Peña de, El Mercurio del 11 de marzo, “Boric y la Convención”. Peña utiliza el concepto de sensibilidad “adanica”, mirada mítica que padecen algunos convencionales, y sectores progresistas, que los hace pensar que ancestral es sinónimo de virtuoso, y así sucesivamente. Por ejemplo, que existen seres humanos “originarios” (como los alemanes del Fuhrer). O que los países no requieren de fuerzas armadas, etc. Una mirada adanica, del paraiso terrenal, pero en la tierra poblada por nosotros, animales no mansos, sino peligrosos.
Conclusión: debemos ser prudentes al desarrollar doctrinas y creencias y apoyarlas en mitos o en el logos. Ambos son peligrosos.